Somos la suma de todas las veces que nos rompimos
y nos volvimos a armar;
la suma de todas las ocasiones que nos dijeron que no
pero también de las escasas oportunidades que obtuvimos el sí.
Somos la suma de todo lo que recordamos
y de lo que deseamos vivir;
la suma de todas las puertas que se cerraron
y de las que pudimos abrir.
Somos la suma de todas las personas que nos rodean
y de las que dejamos marchar;
la suma de todas nuestras equivocaciones
y de las decisiones que resultaron correctas.
Somos la suma de todos los atardeceres que nos encandilaron con sus cielos anaranjados
y de las noches violáceas en las que el insomnio no nos perdonó;
la suma de cada rayo de sol que atravesó nuestra ventana
y de las tormentas que acabaron con los techos, los árboles y nuestras ganas.
Somos la suma de todas las carcajadas que dejamos escapar
y de todos los llantos que quisimos retener dentro del cuerpo;
la suma de las alegrías que nos alcanzaron
y de las tristezas que no pudimos evitar.
Somos la suma de todas las culpas de las que nos hicimos cargo
y de cada absolución que nos otorgaron;
la suma de todas las complicaciones que nos desafiaron
y las nimiedades que no dejamos crecer.
Somos el resultado de todo lo que sentimos
y de lo que no sentimos, también;
una combinación caótica de lo que aprendimos
y lo que nos falta aprender.