Las copas brillaban

Las copas brillaban
como siempre,
como nunca.

El celular sonó varias veces.
Todos nombres conocidos
pero esperables.

Para qué te voy a decir que no
si se escuchaba lejos y muy cerca
la acostumbrada pirotecnia
que suele desatar aquella velada.

Intentaba no sobresaltarme
cada vez que el cielo se iluminaba,
estaba absorta en ese globo encendido
que descendía sobre la copa de un árbol bajito
como abriéndole sus ramas,
invitándolo a aterrizar.

Vacié la primera,
la segunda
y la tercera copa, también.

Para tu tranquilidad,
ya no te esperaba.
Tampoco pienses que el exceso de champagne
hizo alguna especie de filtro en mis pensamientos.

Para qué te voy a decir que no
si la posta es que te pensé
pero solo un ratito.
Después te dejé ir
liviano
como hace cinco meses atrás
cuando me dijiste que no podías más.

Yo seguía sumida en alguna luz azul
que no dejaba de parpadear.
A pesar de la música y el volumen alto de las voces que me rodeaban
sentía mi ritmo cardíaco,
me escuchaba respirar.

¿Entendés?
En ese instante en el que todxs pensaban que te estaba extrañando
en realidad, me estaba reencontrando,
con una vieja y nueva versión de mi misma,
volvía a escucharme,
volvía, de alguna manera, a vivir.

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