Cómo hago
para quedarme más tiempo…
en el sube y baja de tu ombligo;
en el cosquilleo tenue
de tu respiración
en mi cara;
en la sonrisa involuntaria
que dibuja tu boca
cuando te quedas dormido
en mis brazos;
en tu mirada taciturna
cuando nos despedimos,
esa que suplica sin pronunciar:
“por favor, que no sea la última”;
en tu beso en mi mejilla derecha
desinteresado,
sin preámbulos,
sin prisa,
sin exigencias,
sin teatro;
en tu saludo de
“buenos días”
cuando empieza a caer el sol
tan out of context
que se hizo una constante
en esta insolencia que aprendimos a manejar
tan tuya
tan desbordantemente mía;
en tus fotografías random
a cualquier hora del día
en las que nunca falta
la misma descripción:
“en una, pero pensándote”;
en la cicatriz de tu antebrazo
que me dejas recorrer
lentamente y sin pausa
con cada uno de mis dedos,
y en el segundo antes de que te agarre la picazón
te percatás de ese silencio hermoso que nos envuelve
en el que me agradecés “por tanta paz”.
en el estribillo de esa canción
que sonaba
justo justo
cuando pagamos la cuenta
y susurraste
“menos mal que
no arrugamos”.