Y ahora que me sobra
lo que nunca tengo,
me vienen flashes sin sentido.
¿A eso se dedica la bocha
cuando por fin se relaja?
Me acordé
de nuestra primera birra
que ni siquiera fue en una cita,
también me vino una escena caminando
por esa famosa avenida
y vos contándome la historia del bendito edificio.
El último día me sabía
los detalles más que vos,
y sonreímos
a pesar de la tristeza que nos estaba por asaltar
y se iba a alojar
durante varios meses.
Hoy mirando todo}
desde otra perspectiva}
todavía no puedo entender}
por qué,
de vez en cuando,
te pienso
y me haces compañía.
Fue todo tan mágicamente
rápido
y lindo,
y sano,
y divertido,
y rebuscado,
y estrafalario,
y musical,
y dominguero,
y familiar,
y un montón de “íes” más
que me cuesta creer que
en algún punto del tiempo fue
real.
Nunca creí en las casualidades,
por eso, a veces dudo del chispazo
y pienso que te abrí la puerta
porque me urgía esa necesidad.
Si este tipo de amor es efímero
y no importa cuánto de lo bueno
pesa en la balanza,
se termina igual
entonces,
¿cómo reconocer que fue verdadero?
Cinco años de relación y…
¿viste la que tiré, no?
Esta cabeza y su selección de momentos random
que ni con la terapeuta pude resolver.
No volví a pasar por aquel edificio
y, sin embargo,
cuando te pienso
estas parado en esa vereda
contándome la historia
como la primera vez.