Aguafiestas

Instagram me mostró un video random,
algo que ni siquiera me identifica,
y cayeron,
sin darme cuenta,
un par de lágrimas.

Bueno, no.
¿Saben qué?
Fe de erratas:
en realidad,
lo que cayeron
fueron unas cuantas fichas.

Se prendieron un par de alarmas
que me preocuparon
y al toque se me pasó.
¡OJO!
Nada cambió,
me picó por unos segundos
el bichito de la curiosidad.

¿Lo lograría? ¿Sería lo suficientemente buena?
Después de todo, ¿me haría feliz?

Lo más ¿cruel?
O paradójico,
o vergonzoso
o injusto,
si, eso, injusto,
sigue siendo
el tiempo.

No es del todo cierto
que nos queda la vida entera
para llevar a cabo ciertos proyectos.

A ver,
hoy ni siquiera está en los planes,
tampoco lo anoté en la agenda
como registro todo lo que considero importante
calendarizar;
hasta me armé de métodos efectivos
para huir de toda posibilidad.

Lo que increíblemente me perturba es que
en algún momento del futuro lejano
se despierten las ganas
y ya sea demasiado tarde.

El tiempo nunca es puntal
y casi siempre es
un terrible aguafiestas.

Bla, bla, bla
pero la fichas ahora están desparramadas en el suelo
de un presente que ni las pensaba.
Insisto: nada cambió.

Se me ocurre devolverlas a mis bolsillos
anhelando que si vuelven a caer
no sea demasiado tarde
ni el deseo inoportuno
ahogue la fiesta para siempre.

Deja un comentario