Deshice el bollo de papel,
absorbí la tinta,
tracé tu nombre hacia atrás,
olvidé por qué escribí esas líneas,
recordé por qué intenté rimar estupor con rencor,
pulí el título de un poema que jamás será publicado,
devolví la hoja a ese viejo cuaderno Gloria del que la arranqué,
taché los márgenes que finalizaban en puntos suspensivos,
incendié las despedidas con posdatas,
volví a hacer un bollo de esas partes que hacían referencia a nuestra historia…
La vida siempre es un rompecabezas
al que le falta una (o dos piezas).