El mundo cabe en una servilleta

Sentada en la mesa
de una cafetería
escribí:

– me olvidé los anteojos;
– lo único bueno del frío es refugiarse en el calor de un café;
– hoy vi a un Charly más joven haciendo una versión de Love me do junto a Rita Lee;
– caminé diez cuadras por un sendero señalizado de hojas muertas;
– ¿podrán otros otoños igualarse a los de Buenos Aires?
– el sol me lleva de la mano, entonces mi humor cambia de fachada;

– la última canción que sonó en mis auriculares fue Tumbas de la gloria (temonAZO!);
– mientras desaparecen las últimas gotas de espumita del fondo de la taza mi cabeza no deja de tararear “porque todo lo que te hace bien, siempre te hace mal”;
– amiga mandó la frase del día: “hoy no te exijas tanto”;
– abrí la billetera para pagar, el Arcano XVI me recuerda que en mi zona de confort lo que tenía que decantar está explotando por todos lados;

– te extraño (¡FUCK! La tinta todavía no puede ignorarte);
– hay un mensaje en el celu que no me animo a abrir hace tres horas;
– ya casi no me queda espacio;
– en el Arcano XVI hay dos personas cayendo de la torre… pero no sucumbiendo;
– abrí la bendita notificación;
– sonreí a la nada misma o a la ventana o a la puerta o al mozo o a la estúpida pantalla;
– el mensaje decía: “yo también te extraño”.

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