Nada se pierde, ¿todo se transforma?

Sabía que podía suceder
y, también, que sería en el momento menos esperado.
Bueno, pasó.
Ahí estabas,
con tu remera rayada azul y blanca
que tu hermano te trajo de Montevideo
(eso sí, un poco más gastada),
unos jeans cortos,
tu sonrisa intacta posada en la persona que te acompañaba
y tomando una cerveza IPA
(supongo que era IPA, siempre te pedías la misma).

Admito que no me pasaste desapercibido.
La primera reacción fue sorpresa
o miedo
o nostalgia
o curiosidad
o una mezcla de todo ello
y algunas cosas más.

Mi mente se colgó en esa postal citadina
de una tarde de verano
con menos gente en las calles
y con unos cuantos grados de más.
En ese segundo de impacto emocional
se desencadenó una serie de imágenes
que me llevaron a preguntar algo tan tonto como honesto,
¿lo nuestro realmente ocurrió?
¿Fue real lo que sentimos el uno por el otro
en alguna línea temporal de nuestro pasado no tan lejano?
Porque toda esa euforia irracional que me sacudía el cuerpo
cada vez que aparecías quedó extinto.

No tengo dudas,
tenías ese poder en mi.
La alegría no me entraba en la sonrisa,
ni en el pecho,
ni en las manos,
ni en el estómago.
Desbordabas cada centímetro de mi ser.

No es que dejé de quererte.
Simplemente silencié ese sentimiento
a la fuerza porque tenía que seguir.
Creo que el temor de hace un rato se justifica
en la posibilidad sin precedentes
de subirle el volumen a todo lo que sentía.
Bueno, no pasó.

Y ahora la rabia se acomoda en un primer plano.
Te veo ahí tan campante,
tan lindo,
tan divertido,
contándole chistes o anécdotas a alguien que no soy yo
y pienso
qué mal timing,
qué coincidencia maliciosa,
qué imprudencia mal fundada el comenzar
y el terminar todo
porque, siendo sincera,
me hubiera gustado ser más tu amiga que tu pareja.

¡Eu! No leas esto en un tono soberbio,
mucho menos de resentimiento.
Todo lo contrario.
Desde que nos dejamos,
no volví a mencionarte,
no pude.
¿Por qué esa auto privación?
¿Por qué volvemos al otrx alguien intocable, imposible,
que tiene que ser erradicadx de todos los malos recuerdos
pero de los buenos también?

Todos los vínculos que se rompen
pasan a ser un prefijo:
ex”.
Como si pronunciar los nombres de quienes ya no forman parte de nuestra vida
fuera un pecado o estuvieran malditos.
El que no debe ser nombrado volvió a escribirme”;
mi ex se casó”;
el innombrable fue papá”.
mi ex se mudó a la China”.

Lo que hacemos y dejamos de hacer
es algo que nos imponemos
o que alguien impuso como verdad absoluta hace mucho mucho tiempo.
Hay una frase de Cortázar que la llevo tatuada en la memoria:
todo hay que volver a inventarlo,
el amor no tiene por qué ser la excepción”.
A lo que voy,
¿por qué en vez de obligarnos a olvidar y a tirar a la basura
lo que sentimos no juntamos coraje para transformarlo
en algo que no nos lastime si decidimos conservarlo
a toda costa en nuestras vidas?

Y ahora la rabia mutó a melancolía.
Te veo ahí tan jovial,
tan lindo,
tan risueño,
escuchando atentamente los chistes o anécdotas de alguien que no soy yo
y pienso que podríamos haber tenido una gran amistad
sin necesidad de reciclar sentimientos ni relaciones
porque, siendo sincera,
siempre nos deseamos lo mejor.

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