Y cada quien hizo su propia construcción
sobre ese concepto tan ambiguo
denominado amor.
Barajamos formas,
improvisamos medidas,
subimos y bajamos escalones,
recorrimos distancias imposibles
sin llegar a destino jamás.
Tantas interpretaciones posibles como personas en el mundo.
Y vamos eligiendo de acuerdo a nuestra conveniencia o gusto,
según nuestra comodidad o las garantías que nos ofrecen,
de acuerdo a nuestra seguridad o el número de parches que acumulamos en el cuerpo,
según las experiencias que deseamos compartir o las veces que nos rompieron.
Y aunque no sepamos a ciencia cierta de qué se trata,
el amor, ese prototipo tan abstracto como incomprensible,
también se transforma.
La mayoría de las veces en fragmentos mal contados de recuerdos,
otras muchas en error.
Pero casi siempre deviene en aprendizaje.