Priorizarse

Fui desdibujando en la arena
el recuerdo de nuestros pies desnudos en la orilla
dejándose llevar por el vaivén de la espuma,
por los escalofríos repentinos de un domingo
de octubre en el que el sol
calentaba sutilmente.

Me ganó la costumbre de cerrar los ojos
cada vez que tu rostro me mira.
Ya no quiero que sea la primera postal que contemplo,
mucho menos ese lugar al que recurro a refugiarme
cuando el correr de los días tan iguales
me empieza a sacudir la indiferencia.

Intenté repetir el mismo ritual
de dejarme atrapar por los susurros del mar.
Tenías razón.
Su runrún suena parecido pero
hace revelaciones distintas
para quien esté dispuestx a escucharlo.

Percibí zumbidos
y alguna que otra gota
de las olas que rompían con más violencia.
En algún segundo perdido entre mis pestañeos involuntarios
por tracción del viento
sentí que volvería a ese reencuentro
todas las veces que lo necesitara
pero siendo inevitablemente
muy distinta a la de ayer.

¿Y quién puede ser igual
después de experimentar
un nuevo oleaje interno]
que arrasa con todo
lo que se aferra a
esa orilla maltrecha
y abandonada por unx mismx?

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