Suspendido entre el todo y nada

Miralo al muy guacho,
sigue ahí suspendido,
debatiéndose entre el todo o la nada,
no se anima a entregarse
pero tampoco a dejar su aburrida zona de confort,
le cuesta aceptar la inevitable finitud
que también caracteriza a lo que no se puede tocar.
Entonces,
sigue ahí el muy guacho,
suspendido,
postergando otro comienzo.

No fue en vano.
Creyó
(y nosotrxs también)
que el tiempo transcurrió en “la nada misma”
pero paradójicamente,
nos arrojó bastante data,
habló hasta por los codos
y nos dejó de souvenir este aturdimiento
con una inseguridad que disfruta de masticar vidrio
y es lo único que no se marchita.

Y mirá si será guacho:
desde hace unos mates amargos a orillas del mar
nada avanza,
todo perdió movilidad,
nada atina a acelerar,
todo rebota contra un muro inmenso
que nos mantiene encerrados en black and white.

El último grano de arena no quiere caer,
ya suena hasta ridícula su actitud.
El muy guacho oscila entre el último pasado
y un presente a punto de disolverse.
Está encaprichado en aferrarse al recipiente superior
como si todavía quedara algo que lo une
a aquello que terminó hace rato.
Tal vez,
el vaso medio lleno,
o probablemente un ápice de ilusión
que aún respira carcomida en la claridad
del silencio.

De todas formas,
nada importa,
ni las razones que le impiden rendirse ante lo nuevo,
ni para qué lado se inclina la balanza,
ni los meses que faltan tachar en el calendario,
ni la mar en coche.
porque ‘aquello’ ya tuvo su espacio,
su esplendor,
su(s) oportunidad(es),
su ruina,
la paciencia
y, también,
la resignación de ver
al tiempo irse
en cada granito de arena
que descendió
sin mirar atrás.

Deja un comentario