Y que al recordarme
se te atropellen los gestos
que ni vos mismo te conoces,
que se te acalambre la frustración
de ver todo perdido,
y que ya no tengas ganas de mudarte
bien lejos,
a otra provincia,
al viejo continente,
a alguna galaxia posible
para empezar de nuevo
solo.
Y que al pensarme
no sientas que el fútbol de los findes
es tu única motivación de la semana,
ni que la ansiedad te sigue llevando la delantera
y es la dueña absoluta de los hilos que intentas mover
y decidís abandonar por temor a volver a fallar.
¿Qué puede ser peor
que no intentarlo?