Mi rincón tornasolado

Igual, una parte mía que ya no se cómo llamarla
te espera paciente
sobre este tapete cada vez más abultado de hojas corrugadas.

Me da un poco de culpa no poder acompañarla.
La veo sola, marchitándose
en la vereda de las resignaciones.

Ahora, prefiero mi rincón tornasolado
que se luce excepcional e infinito
a esta hora de la tarde.

Mientras el viento se desliza tenue de este lado del crepúsculo
mi pensamiento merodea por allí,
vaga con prudente distancia
entre los médanos congelados de esa parte que fue mía y estoy dejando ir
junto a vos.

Todo se deshace,
todo se destruye.
Las hojas secas se hacen trizas
en el interminable vaivén de nuestros pasos.

Las contemplo indefensas
desparramadas sobre el pavimento
silbando bajito.
Susurran lentamente un adiós,
me hablan de un tiempo que se marcha con ellas
pero también de un tiempo que está llegando con su partida.

No es tristeza, no es incertidumbre.
Es más bien el alivio de no cargar con esa parte mía autodestructiva
que solía correr a buscarte
por no animarse a contemplar una puesta de sol de domingo
sola.

Deja un comentario